Han pasado muchos días desde que Juan Pablo se fue. La emoción y la tristeza de aquel día ya pasaron, y me consolaron, los días que estuvieron, que afortunadamente pasaron todos en filita y sin descanso. Dejé pasar el tiempo, y dejé de esperar a que me llamara algún día, cosa que uno que vive en una casa de piedra jamás haría.
Total que me tuve que ajustar los hechos a la realidad, que no pareció cuento, y él se me olvidó: lo ví el otro día y careció de mi perspectiva anterior, creo que lo que buscaba antes no se parecía a él, pero yo a fuerzas quería verle la cara de lo que yo busco. Todavía no sé si tiene cara o nombre o si existe en esta vida. Todavía me creo los cuentos que me contaron y los que me cuento en la noche cuando camino en la oscuridad. Pero parece que por eso se llaman cuentos, porque pasan solamente cuando se cuentan.
Aunque, en contadas ocasiones, y por intervalos, los cuentos también se me acercan y me dejan vivirlos. Después de mi atronadora batalla contra el dolor lo conocí a Pedro, que se iba en un mes teníamos solamente treinta días de estar juntos y nada más. Nos dejamos ver un poco, nos dio tiempo para querernos, y para dejarnos ir, una mañana de invierno y ya.
El último día Priscila y yo lo dejamos atrás por la ventana de un taxi, y yo no lloré. Y tampoco lloré después.
El último día Priscila y yo lo dejamos atrás por la ventana de un taxi, y yo no lloré. Y tampoco lloré después.
Tampoco lloro ahora, al menos por él. Tampoco se me ocurre un cuento para contarme esta vez, porque Érica y Miranda ya no son amigas y yo me quedé en medio. Ya no le encuentro propósito a ser bruja y se me hace que mejor voy a serlo de incógnito. Se me hace, también, que este blog va a cambiar de nombre y de aventuras. Qué tal, que contándome la vida, aprenda yo a vivir en ella, y dejar que venga un príncipe, en su caballo alado y todo, a decirme sus palabras de amor.
Por Pedro, que fue el único que no ha gastado sus palabras. Por Pedro, que no me dijo nunca nada. Por Pedro, que lo único que me dejó fue su música y ya.
1 comentario:
y de pronto la vida te cambió, no sabes la envidia que me das, te quiero mariel!
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