Éste es el cuento del niño que tenía los ojos en ningún lado. Miraba todo como todos pero sus ojos estaban situados en el lado que no es ninguno. Así que veía, además, todo lo que pertenece a ese lugar. Unos dicen que es nada, otros dicen que los ninguno tambien guardan secretos. Otros dicen que no le creen que vea a ningún lado ¿dónde queda ese lado? ¿En la orilla? ¿En el cielo? ¿En dónde?
Pero el niño no decía mucho. Solamente los ojos se le iban rascando un adentro muy profundo que no sabía dónde estaba, pero lo veía. Y no podía explicarlo ni decirlo porque hay cosas que se ven, pero que no tienen palabra.
Pero el niño no decía mucho. Solamente los ojos se le iban rascando un adentro muy profundo que no sabía dónde estaba, pero lo veía. Y no podía explicarlo ni decirlo porque hay cosas que se ven, pero que no tienen palabra.
Ahora me acuerdo, que una vez, con sonidos bien bajitos, nos dijo a todos que era lindo el aire, que tenía de colores el pensamiento. Nosotros nos quedamos muy callados, pero Elsa le respiró sus palabras y le dijo, qué lindo que es, yo también tengo de colores el pensamiento, como el aire. Nosotros seguimos muy callados, con las miradas tejidas a la burla y a ya saber que así era cada vez que el niño hablaba.
De regreso a mi casa, con los pies mojados por la lluvia de la tarde, me quité los zapatos también mojados; fui por una toalla calientita y me sequé los pies. Entonces me di cuenta que seguían húmedos, y cuando la humedad se fue seguían fríos ¿No es que ya estaban secos? ¿Por qué sigo sintiendo el agua, si ya no está? Con los ojos destejidos de la burla, me acerqué a mis pies, y quedito les dije: -Creo que ya sé cuál es ningún lado. No te hagas agua, que ya te vi que te gusta dejarnos el espíritu en la piel-.
De regreso a mi casa, con los pies mojados por la lluvia de la tarde, me quité los zapatos también mojados; fui por una toalla calientita y me sequé los pies. Entonces me di cuenta que seguían húmedos, y cuando la humedad se fue seguían fríos ¿No es que ya estaban secos? ¿Por qué sigo sintiendo el agua, si ya no está? Con los ojos destejidos de la burla, me acerqué a mis pies, y quedito les dije: -Creo que ya sé cuál es ningún lado. No te hagas agua, que ya te vi que te gusta dejarnos el espíritu en la piel-.